sábado, 9 de enero de 2010

Mi gato, porque sí

**Atención, post sólo recomendado a los amantes de los gatos. Más que nada por su pastelosidad.

Debería empezar este post diciendo que todo el mundo que me conoce mínimamente me llama ‘’La loca de los gatos’’. Es ver a uno de ellos y ponérseme la sonrisa boba en la cara, pero ninguno tiene comparación con mi querido Peter Gabriel, o Piti, o La pantera esa que está en tu cama, o ¡Dios mio! ¿¡qué coño es eso?!

Quería haber hablado hace tiempo de él porque, no es que lo diga yo es que es un hecho irrefutable, es la representación de la belleza en la tierra y si no fuese tan miedica me lo sacaba de paseo allá donde yo fuera (bueno, y si pesara un poquito menos también).

El caso es que a esta bola peluda no le gustan los seres humanos (salvo mi familia y por alguna extraña razón, Alba, que incluso durmió con ella la última vez que estuvo aquí, será por el olor de sus pies) posiblemente porque cuando llegó a esta casa no parábamos de asustarle para reírnos de él y ahora cada vez que pasamos a su lado agacha las orejitas y nos mira con los ojos muy abiertos pidiendo clemencia. Y esto hace que en vez de chuparnos y darnos amor, se nos lance a mordernos las patas o lo que pille de por medio.
Una de sus aficiones es saltar a mi hombro cuando estoy en el ordenador para jugar con el pelo, clavándome las uñas por el brazo y haciendo mucha pupita… pero después te mira con esa carita… y no tienes otro remedio que llenarle de besos hasta que te aparta la cara con la pata.
Otro de sus pasatiempos es follarse la manta naranja de padre y madre. Hace un gurruñito y venga a darle al tema. Su compañero de juegos preferido era un pulpo de lana que hice yo con toda la ilusión del mundo a los 9 años y que terminó siendo un montón de lana amorfo y con olor rancio. Hasta tenía lacitos y unos ojos muy graciosos que desaparecieron misteriosamente.
Pero sin duda, lo que más le gusta es comer. A todas horas. Antes le dábamos la tapa de las natillas de chocolate, pero mi madre decidió no comprar más y joder al gato. Así que ahora se pasa el día maullando al lado de su bol de comida y no para hasta que le ponemos un poco más de pienso. Es desquiciante.

Así pasa, que después me cruje la espalda al cogerle en brazos.

3 comentarios:

Red Cabaret dijo...

Ay, este Piti.
Siempre habrá algo que contar de él.
Y si duerme conmigo es porque ya sabes que tengo un don con los animales, no por ningún olor de pies ¬¬.
Mira lo que oí el otro día en la radio y pensé en dedicarte a ti y a tu querido gatonegro.

http://eljardindelosinstantesperdidos.blogspot.com/2008/12/gatos.html

Sarapture dijo...

Mi querida bola peluda y yo te lo agradecemos :)

Anónimo dijo...

Es por el olor de pies de Alba, definitivamente. Aunque me siento mal, porque creí que me amaba, hasta él mismo lo dijo!